miércoles, 22 de noviembre de 2017

Egidio Montesinos Canelon ( Nuevo )

http://www.laraenred.com/diseno/larenses.pdf

Egidio Montesinos Canelon

Pedagogo venezolano nacido en la ciudad de El Tocuyo actual capital del municipio autónomo Morán del estado Lara el 1 de Septiembre de 1831. Fue hijo del Teniente Coronel Pedro Manuel Montesinos, prócer del movimiento independentista, su madre fue Francisca Canelón. Realizó estudios en el Colegio Nacional de El Tocuyo, en una época definida por el Doctor José María Vargas, (quien para ese entonces se desempeñaba como Director de Educación Pública Nacional) como años de verdadera miseria en materia educacional. Egresa como Bachiller en Filosofía en el año 1849. A diferencia de la generalidad de estudiantes de su tiempo, quienes se inclinaban por carreras referidas a la medicina y las leyes, Egidio Montesinos Canelón definió lo que marcaría su vida por siempre: la Educación, oficio este que le haría ganar el titulo de MENTOR DE OCCIDENTE. Ejerció su apostolado docente en el propio Colegio Nacional de El Tocuyo donde un año después de egresado en 1850, recibe del doctor José María Vargas el nombramiento de profesor en Filosofía . Su vocación por la educación y las ciencias por las que profesó un profundo amor y respeto como una forma de impulsar la consolidación de la república lo llevó a mantener estrechas vinculaciones con la Universidad de Caracas, influenciándose de esta manera con los más avanzados conocimientos de la época ya que en esa casa de estudio se desempeñaba entre otros Adolfo Ernst (1832-1899), y Rafael Villavicencio (1839-1920) hombres que influyeron notablemente en la juventud universitaria de la época por sus concepciones positivistas, siendo esta la teoría científica mas avanzada para el momento. La labor fructífera desarrolla por Egidio Montesinos Canelón, en el Colegio Federal de El Tocuyo y posteriormente en el Colegio de la Concordia de esa misma localidad y del cual fue fundador, queda recogida en las palabras de uno de sus discípulos, el caroreño Ramón Pompilio Oropeza, quien manifiesta de su maestro lo siguiente: “Es el padre que con amor me da un asiento en los bancos de su colegio”, y continua diciendo fuera de este templo todo es oscuridad y confusión, y en efecto ¿Qué fuera de la existencia del hombre sin su ayuda? Una flor inodora y sin atractivo alguno, un campo salvaje y desierto, un débil pajarillo abandonado y sin nido. Manifestaciones como esta de agradecimiento al empeño puesto en la formación de sus discípulos, se encuentran tamabién en la obra de don Lisandro Alvarado en la cual se recogen expresiones que enaltecen la labor educativa de Egidio Montesinos Canelón. De igual manera es reconocido por el Dr. José Gil Fortoul entre otros .Luego de su muerte se publica la obra Consejos de un Padre a sus Hijos. Muere en El Tocuyo el 26 de Julio de 1913. Fuentes Consultadas • Montesinos, Egidio. (1997) Consejos de un Padre a su hijo. (4ta. Edición.) Barquisimeto. Editorial Nueva Segovia de Barquisimeto. • Morales de Perez, Carmen. (1998) El Colegio de la Concordia de El Tocuyo y el Magisterio de don Egidio Montesinos. Barquisimeto: Colección Historia de la Educación en el Estado Lara, Serie Instituciones Educativas: No. 2. Edición conjunta Fundación Buría-Fundacultura-Alcaldía del Municipio Morán. • Mac, Pherson, Telasdo. (1981). Diccionario del Estado Lara. Histórico, Geográfico, Estadístico y Biográfico. Caracas: Ediciones de la Presidencia de la Republica. • Bujanda Yépez, Carlos. (1969). Crónicas de la ciudad madre. Barquisimeto. Editado por el Colegio de Abogados del Estado Lara. Arnaldo Guédez Roberto Montesinos Nació en El Tocuyo actual capital del Municipio Autónomo Morán del Estado Lara el 20 de Julio del año 1889. Aún cuando su labor intelectual, estuvo centrada en los oficios relativos al arte, la literatura, poesía, docencia y el periodismo, esta importante figura del pensamiento universal Venezolano, se puede definir como un filosofo, que supo manejar el arte del pensamiento para profundizar en la búsqueda de la comprensión del mundo para así explicar la razón de existencia del ser y específicamente el hombre que puebla esta parte del continente. Proveniente de una honorable familia de origen tocuyano, el poeta Roberto Montesinos fue hijo del médico Egidio Montesinos Agüero y de la Sra. Antonia Garmendia, contrajo matrimonio con la Sra. Rosa María Yánez de Montesinos siendo sus hijos Nestor, Mercedes y Diosdada Montesinos, Teresa, Carmen y Clemencia Yépez. Evidentemente que su formación estuvo influenciada por la profunda devoción por las ciencias profesadas por su abuelo paterno el maestro Egidio Montesinos Canelón, precursor del más avanzado pensamiento educativo en esta región del el país. Las ideas de este personaje venezolano del siglo XX están enmarcadas por un rechazo al autoritarismo dictatorial gomecista que gobernó en las tres primeras décadas del siglo XX en Venezuela, razón por la cual fue detenido y confinado a prisión junto a otros jóvenes que se oponían a la tiranía. Se destacó como miembro del movimiento cultural “El Tonel de Diógenes” fundado por el poeta Pío Tamayo, Alcides Losada, Rafael Guedez, entre otros. De allí su pensamiento antilatifundista, expresado en su poema “Canto a la Luna” publicado en su obra La Lámpara Enigmática, donde deja constancia de su compromiso humanista, profesando su convicción por la necesidad de conquistar un mundo basado en la democracia que permitiera la igualdad de los hombres. Su labor en el campo de la pedagogía y la docencia se destaca en las cátedras que ejerce como profesor de Historia Universal, Geografía y Mineralogía; por su manejo autodidacta de los idiomas Francés, Latín y Árabe, lo cual le permite ejercer como profesor de estas lenguas. Fue además Director de las siguientes Instituciones: Colegio Federal de Barcelona y San Felipe, Liceo Eduardo Blanco de El Tocuyo y Lisandro Alvarado de Barquisimeto. Entre sus obras más importantes destacan: La Lámpara Enigmática publicada en 1925 y prologada por el Doctor Lisandro Alvarado, quien destaca los elementos Modernistas y de Vanguardia presente en la obra de Montesinos. Los Lagos Verdes (prosa -1928) trabajo dedicado a su ciudad natal, referencia metafórica que ha sido adoptada como segundo nombre de la Ciudad de El Tocuyo. Fue traductor al castellano de importante obras de la literatura europea. Es quizás uno de los más importantes periodistas de la entidad, destacándose su labor en el campo de la comunicación social como redactor del periódico El Heraldo de Barquisimeto, fundador de la Quincena Literaria de El Tocuyo, articulista de los periódicos nacionales El Fantoche, El Nacional, El Universal, El Impulso así como también de publicaciones internacionales. Fue propuesto en varias oportunidades para representar a Venezuela en el exterior como cónsul o embajador; cargos que no aceptó para dedicarse a su verdadera pasión: La escritura y la cátedra. La casa de Roberto Montesinos aún se encuentra en pie, como fiel testigo de los tiempos, resistiendo incluso el sismo que sacudió a la ciudad en 1950, está ubicada en la calle Sucre II cerca de la plaza Santa Ana, allí, su amada Rosa Margarita Yánez de Montesinos se encarga de cuidar celosamente su recuerdo que aún deambula por el barrio Santa Ana. Desde donde, este hombre ejemplar, supo proyectar al mundo sus pensamientos y filosofía. Muere en El Tocuyo un 13 de Octubre de 1953. Fuentes Consultadas • Montesinos, Roberto. (1929) La Ciudad de Los Lagos Verdes. Empresa El Tocuyo. • __________________. (1915) La Lámpara Enigmática. El Tocuyo. • Montesinos, Egidio. (1997) Consejos de un Padre a su hijo. (4ta. Edición.) Barquisimeto. Editorial Nueva Segovia de Barquisimeto. • Guedez, Rafael. Revista Juventud año 1, numero 27. 1924. • D’ Sola, Otto. (1940) Antologuia de la Poesía Venezolana. Dirección de Cultura del M.E.N. Caracas. • Ortiz. C. Franz (2001) Poesía y Prosa de Roberto Montesinos. Colección El Tonel de Diógenes. Edición del Centro de Cultura Popular Guachirongo. Barquisimeto. Arnaldo Guédez

miércoles, 27 de septiembre de 2017

RUDECINDO CANELON Y LA BATALLA DE PANTANERO. 13 de Febrero de 1.814

RUDECINDO CANELON Y LA BATALLA DE PANTANERO. 13 de Febrero de 1.814


No nos gusta mucho escribir sobre la guerra de independencia, quizás porque lo que estamos acostumbrados a ver es siempre más de lo mismo, meras repeticiones de lo ya tantas veces visto;  hoy de manera excepcional vamos a recordar algunos de esos detalles que casi siempre permanecen olvidados…
Ayer 12 de febrero se conmemoraba la Batalla de La Victoria.  Hoy es recordada como un combate de un solo día, pero en realidad, se trató de una serie de combates  (una batalla prolongada) librados en lo que hoy llamamos Estado Aragua, los días 11, 12 y 13 de febrero, que iniciaron en el lugar denominado  Pantanero, al sur de La Victoria, el día 11, cuando las fuerzas republicanas fueron originalmente vencidas por las tropas realistas de Morales.
Los republicanos se replegaron al centro de La Victoria y el día doce se produce en esa ciudad el combate más conocido,  donde los republicanos al mando de José Félix Ribas (cuñado de Bolívar)  vencen a los monárquicos luego de una cruenta batalla.  La historia cuenta que al propio Ribas le mataron tres caballos en el fragor del combate (Nectario María, HISTORIA DE VENEZUELA p. 141).  Hoy apenas se menciona a Ribas, pero es justicia recordar que en el combate tuvieron destacadísima actuación el coronel Luis Rivas Dávila, comandante del “Escuadrón de Soberbios Dragones de Caracas” (o “Invencible), quien murió de un tiro de fusil.   Igualmente importante fue, entre otros la actuación del neogranadino Hermógenes Maza, (rara vez nombrado en nuestro país, pero de brillante actuación durante toda la guerra),   Mariano Montilla, Carlos Soublette, y Campo Elías, quien ya cuando casi flaqueaba Ribas, llegó en tropel a salvar la situación,  al llegar con sus refuerzos, entre otros.
Los héroes poco recordados de las jornadas de La Victoria, el español Campo Elías, el andino Luis Rivas Dávila y el neogranadino Hermógnes Maza

 EL ESPAÑOL QUE  ODIABA A LOS ESPAÑOLES
Uno de esos detalles semi-ocultos que nos gusta recordar es sobre este último: Vicente Campo Elías que no era venezolano, ni siquiera americano: era español, nacido en La Rioja, pero desde muy joven partidario de la república y siempre manifestó un odio terrible contra los españoles; decía que  " iba a acabar con todos los españoles y, luego, cuando no quedara ninguno, suicidarse para que no quedara ni uno solo de su raza".   En 1.813, en plena guerra a muerte,  luego de ocupar Calabozo se cuenta que degolló a unas tres mil personas. Sus crueldades no tenían que envidiar a las de Boves.  Poco le gusta recordar esto a nuestros historiadores.
RUDECINDO CANELON Y PANTANERO
Al día siguiente de la batalla de La Victoria, José Félix Ribas ordena a su capitán Rudecindo Canelón, emprenda la persecución de las fuerzas de Bóves, que derrotadas el día anterior tratan de reagruparse peligrosamente. 
Rudencio Canelón nació en el Tocuyo estado Lara, en 1.788, según los historiadores, se trataba de un hombre de carácter recio y de alto patriotismo y calificado de “audaz” “furioso”, “desesperado”  “algo atolondrado”. Desde los primeros años de la guerra de independencia había alcanzado el grado de oficial y había caído prisionero de los realistas, al mando de Monteverde  quienes encarcelaron primero en Coro y  luego lo habían enviado preso a las mazmorras del  Castillo del Morro situado en la isla de Puerto Rico en el año 1812, de donde logró escapar, regresando a Venezuela previo paso por la Nueva Granada, donde se incorpora al ejército expedicionario dirigido por Bolívar y José Félix Ribas para liberar a Venezuela. Durante la Campaña Admirable, Rudecindo Canelón participó en la liberación de las provincias de Mérida, Trujillo, Barinas y Caracas. En Araure con una columna de apenas menos de cien hombres atacó una fuerza combinada de los terribles Yanez y Ceballos, compuesta por más de tres mil hombres, que sorprendidos y engañados al creer que eran atacados por una fuerza superior emprendieron la huida. (Documentos de la Vida Pública del Libertador)  Simón Bolívar lo refiere así: “El Mayor Manrique que dejando su soldados tendidos en el campo, se abrió paso por en medio de las filas enemigas con solo sus oficiales Planas, Monagas Canelón, Luque, Fernández, Buroz y pocos más cuyos nombres no tengo presentes y cuyo ímpetu y arrojo publican Niquitao, Barquisimeto, Bárbula, Las Trincheras y Araure (Bolívar, Simón.Discurso pronunciado en el Templo de Francisco, Caracas, 2 de enero de 1.814)

 A primeras horas del día 13 de febrero, cuando todavía las tropas patriotas curaban a sus heridos y recogían los cadáveres de La Victoria, Ribas ordena a Canelón, Capitán del Batallón de Valerosos Cazadores, que persiga a la retaguardia de Bóves.  El capitán Canelón alcanza a las tropas realistas en el lugar llamado “Pantanero”, en el camino que conducía a Villa de Cura, Cagua y el resto del paísal Sur de La Victoria donde se libra una feroz batalla, donde una vez más se hace evidente su carácter volátil y arriesgado  y muere en el fragor del combate.
Monumento en el sector Pantanero, en La Victoria conmemorativo de la muerte de Rudecindo Canelon.
Seminario Santa Rosa de Lima, de donde salieron los seminaristas reclutados por Ribas para enfrentar a las fuerzas realistas.  Casi todos murieron al poco tiempo.
LOS SEMINARISTAS EN ARMAS
Un detalle que hoy es poco recordado es que buena parte de los soldados de Ribas no eran militares, sino jovencitos que estudiaban en el Seminario de Santa Rosa de Lima para convertirse en sacerdotes.  También había algunos estudiantes de la Universidad Real de Caracas.   Una muestra de lo cruento de la batalla y de la guerra de independencia en general, es que de los 85 aspirantes a curas reclutados murieron 79 durante los combates de febrero.  En marzo murieron otros 8.  Al final sólo habría quedado uno.  Esto produjo una escases de sacerdotes en Venezuela por muchos años.
Otro aspecto que los “historiadores oficiales” olvidan o minimizan es que al justamente los días de estos combates estábamos en plena etapa de la aplicación del Decreto de Guerra a Muerte:  Desde este día 13 hasta el 16 fueron fusilados en La Guaira y Caracas unos ochocientos españoles y canarios, quizás muchos inocentes, aplicando al horrible y necesario decreto que decía:  “Españoles y Canarios, contad con la muerte si no obráis activamente a favor de la República “  Así son las cosas.
Fuentes: 
Nectario María, HISTORIA DE VENEZUELA, Ed. Venezuela, Caracas, 1.943
Páez, José Antonio.  AUTOBIOGRAFIA. Librería y Editorial del Maestro.  Caracas. 1.946
Blanco, José Felix.Documentos para la historia pública del Libertador

TOMADO DE 
http://cronicasyotrashistorias.blogspot.com/2017/02/rudecindo-canelon-y-la-batalla-de.html

Escritos del Libertador Rudecindo Canelon


Rudencio Canelón patriota nacido en El Tocuyo y lucho justo con Bolivar

Rudencio Canelón patriota nacido en El Tocuyo y lucho justo con Bolivar


     Rudencio Canelón nació en el Tocuyo estado Lara, según los historiadores, se trataba de un hombre de carácter recio y de alto patriotismo, al momento de ser capturado y encerrado ya había alcanzado el grado de oficial. Mas adelante y debido al hacinamiento existente en los calabozos, fue trasladado al Castillo del Morro situado en la isla de Puerto Rico en el año 1812.

   De esa prisión logró evadirse a la Nueva Granada, donde se incorpora al ejército expedicionario dirigido por Bolívar y José Félix Ribas para liberar a Venezuela. Durante la Campaña Admirable, Rudecindo Canelón permitió la liberación de las provincias de Mérida, Trujillo, Barinas y Caracas.

  Al llegar el Ejercito Patriota a Caracas, Canelón estaba bajo las órdenes del General José Félix Ribas y, debe reclutar y entrenar a los hombres que ocuparán La Victoria, al trepar a las alturas de El Pantanero en la mencionada ciudad, para defender la capital del ejercito de Bóves.

  Rudesindo Canelón Capitán del Batallón de Valerosos Cazadores, murió el 13 de febrero de 1814, en la segunda batalla de La Victoria, oriundo del estado Lara, se involucra en la causa patriótica en Barquisimeto a partir de la Campaña Admirable con Simón Bolívar, llegó a ser Capitán de las Fuerzas Patrióticas y lo definieron como un “tipo muy atolondrado”, ya que solía enfrentarse sólo a grandes ejércitos.

Tomado de 
http://eltocuyohistoriacolonial.blogspot.com/2012/05/rudencio-canelon-patriota-nacido-en-el.html

#Opinión: Rudecindo Canelón, desconocido héroe larense Por: Francisco Cañizales Verde

La Historiografía Regional no había dedicado anteriormente, atención a la vida y hazaña, de un héroe de la virtud heroica de Rudecindo Canelón. Silva Uzcategui, apenas menciona el nombre de tan intrépido prócer militar tocuyano. El doctor Blas Bruni Celli, en su ensayo de “Procerato Tocuyano”, dice lo siguiente:”En este estudio, que reconocemos incompleto, queremos citar y hacer con esto justicia a su memoria por muchos olvidada de otros militares cuyos detalles de su vida no nos lo revelan los medios a nuestro alcance…entre otros, menciona al Capitán Rudecindo Canelón.
Para indicar sobre la vida y la hazaña de tan eximio prócer larense, nos anima el propósito de escribir su biografía, para lo cual, ya contamos con estos valiosos elementos de juicio: la Partida de su bautizo, prueba jurídica de su filiación y nacimiento y su más confiable documento civil. Los testimonios elogiados de Bolívar sobre el Capitán Canelón. Partes de Batallas donde participó Rudecindo Canelón y la nota necrológica suscrita por Antonio Muñoz Tebar, Secretario Interino de Guerra, publicada en la “Gaceta de Caracas”, el 28 de marzo de 1.814.
Como testimonio de significativa índole internacional, el parte suministrado por la historiadora borinqueña Raquel Rosario, que alude al presidio cumplido por el heroico paladín tocuyano, en el represivo Penal El Morro (Puerto Rico) donde la crueldad de las autoridades españolas, recluían a sus opositores de allende los mares. Rudecindo Canelón, nació en El Tocuyo, el 2 de marzo de 1.788. era hijo de Don Gerónimo Canelón y de Doña Rosa Escalona, ambos vecinos de la Ciudad Madre.
La vida heroica y la hazaña imperecedera del Capitán Rudecidno Canelón, ya fueron plasmadas en páginas de eternidad, por el ígneo verbo de Don Eduardo Blanco, quien tiene para el legendario héroe tocuyano, esta veraz y asombrosa alabanza: “Adrian Blanco, Jugo, Meza y Canelón, predestinados al martirio, de quienes la tradición apenas guarda la memoria, pero a quienes debió la libertad hechos preclaros y titánicos” (Blanco, Eduardo Venezuela Heroica, pág. 50).
La ínclita trayectoria de este prócer regional la podemos seguir con puntualidad, porque su nombre lo citan con orgullo documentos memorables, uno de ellos calzado con la descollante firma de nuestro Libertador. Si apreciamos bien la prestancia y valía de los héroes a cuyo lado, haciendo par y compañía, formaba fila el Capitán Canelón, no hay duda en afirmar que actuaba inspirado por el mismo fuego y profundo ideal patriótico de Ribas, de Urdaneta, de Montilla, de Soublette, de Rivas Dávila y de tantos invencibles paladines, con cuyo singular heroísmo se forjo la libertad de nuestro pueblo.
Es el excelso verbo del Libertador que menciona su nombre en el marcial campo de Araure: “El Mayor Manrique que dejando su soldados tendidos en el campo, se abrió paso por en medio de las filas enemigas con solo sus oficiales Planas, Monagas Canelón, Luque, Fernández, Buroz y pocos más cuyos nombres no tengo presentes y cuyo ímpetu y arrojo publican Niquitao, Barquisimeto, Bárbula, Las Trincheras y Araure (Bolívar, Simón.
Discurso pronunciado en el Templo de Francisco, Caracas, 2 de enero de 1.814)
Estaba señalado que la cita fatal del Capitán Rudecindo Canelón, sería en La Victoria, donde el decoro de la patria y el abnegado sacrificio de la juventud universitaria, dieron tan impetuosas pruebas de valor acendrado y de heroísmo incomparable. Decidido, tras incruentos esfuerzos, el glorioso triunfo, corona de las armas patriotas, con la reciedumbre varonil y el bizarro temple castrense de José Félix Ribas, de Mariano Montilla y del inmolado de esta inmortal jornada Rivas Dávila, se encomienda a Canelón de orden del Comandante en Jefe de la formación en batalla, la riesgosa misión de perseguir a Boves, que huía acobardado, al galope de su siniestra caballería, para evadir el acoso pertinaz a que estaba sometido a cargo de la persecución del ejercito patriota.
Pero, al dominar las alturas de Pantanero (La Victoria), casi al dar alcance al feroz asturiano, rinde su vida esclarecida el egregio prócer tocuyano quien en la vindicadora comisión postrera, puso por entero su prodigiosa pasión de libertad y el acerado temple de su espada gloriosa, en tantas hazañas heroicas, que le dan su nombre testimonio imperecedero de patriotismo y libertad.
Bienaventurados sean los pueblos que no se olvidan de sus hijos ilustres!

TOMADO DEL IMPULSO
http://www.elimpulso.com/opinion/opinion-rudecindo-canelon-desconocido-heroe-larense-por-francisco-canizales-verde

Rudecindo Canelón

Rudecindo Canelón

El Capitán de Cazadores José Rudecindo Canelón nació en El Tocuyo, el día dos de marzo de 1788, hijo de Don Gerónimo Canelón y de Doña Rosa Escalona, ambos vecinos de la misma localidad.
La vida heroica y la hazaña resplandeciente de Rudecindo Canelón ya fueron plasmadas en páginas de eternidad, por el ígneo verbo de Don Eduardo Blanco, quien tiene para el legendario héroe tocuyano, esta veraz y asombrosa sentencia.
Adrián Blanco, Jugo, Meza y Canelón, predestinados por el martirio de quienes la tradición apenas guarde memoria, pero a quienes debió la libertad ¡hechos preclaros y titánicos! (Eduardo Blanco).
Si nos fijamos bien en los héroes y sus nombres a cuyo lado, haciendo par y compañía, figuraba el Capitán Canelón, no hay duda en afirmar que actuaba inspirado por el mismo fuego revolucionario y el profundo ideal patriótico de Ribas, Rivas Dávila, Iribarren y de tantos otros invencibles paladines, con cuyo singular heroísmo se forjó la libertad de nuestro pueblo.
Era de aquellos recios veteranos que hicieron proezas inauditas en Tierritas Blancas, Araure, Virgirima y la Victoria, donde rindió su preclara vida, en holocausto a la emancipación.
Sea suficiente señalar, tomando otra vez el libro himno de Don Eduardo Blanco, para decir que el ardoroso y fogoso combate de La Victoria, cuando los contendores siembran de hazaña increíble ese campo sacro de nuestra emancipación, los numerosos escuadrones realistas van a estrellarse contra el baluarte de bayonetas que les oponen Montilla, Rivas Dávila, Soublette, Avala, Blanco, Jugo, Meza y Canelón y cien heroicos adalides prestos al sacrificio. Es una mención honrosa de nuestro prócer cuyo nombre corre inscrito en páginas en la propia mano de la gloria.
Lo más delicado y serio de Batalla de la Victoria, le fue encomendado a la responsabilidad de Rudecindo Canelón. Decidido tras heroicos esfuerzos, el esplendido triunfo corona de las armas patriotas, con la reciedumbre varonil y el bizarro temple marcial de José Félix Rivas, se encomienda a Canelón de orden del Comandante en Jefe de la formación en Batalla, la riesgosa misión de perseguir a Boves, que huía acobardado al galope de su diabólica caballería, para evadir el acoso pertinaz a que estaba sometido, casi para darle alcance, al dominar las alturas de Patanemo (La Victoria) rinde su vida ínclita el egregio prócer tocuyano, quien en la vindicadora Comisión postrera, su espada gloriosa en tantas hazañas de la libertad, que le dan a su nombre testimonio imperecedero y blasón de eternidad.
La Historiografía regional no había dedicado anteriormente atención a un prócer de la virtud heroica de Rudecindo Canelón. Silva Uzcátegui apenas menciona el nombre del paladín tocuyano, entre otros héroes larenses. El doctor Blas Bruni Celli en su ensayo Procerato Tocuyano dice lo siguiente: en este estudio que consideramos incompleto, queremos citar los nombres y hacer con eso justicia a su memoria por muchos olvidada, de otros militares, cuyos detalles de su vida no nos revelan los medios a nuestros alcance, ellos son: entre otros, los capitanes Rudecindo Canelón, etcétera.
Como el Capitán Rudecindo Canelón atesoró altos méritos y honores militares preclaros, que lo hacen digno acreedor de los Honores de Panteón, invocamos la potestad de la Asamblea Nacional, para que los restos del esclarecido prócer larense, moren en el Altar de la Patria al lado del Libertador, para honra de la Republica y blasón del estado Lara.
 TOMADO DE EL IMPULSO  http://www.elimpulso.com/opinion/rudecindo-canelon

lunes, 6 de marzo de 2017

LA BATALLA DE PANTANERO




LA BATALLA DE PANTANERO

Llámase así a una acción militar ocurrida el 13 de febrero de 1814, al día siguiente de la Batalla de La Victoria, en un lugar llamado El Pantanero que se encontraba a las afueras de la ciudad, en el camino que conducía hacia Zuata, en la cual perdió la vida el valiente Capitán Rudecindo Canelón, nativo de El Tocuyo y unido a las fuerzas patriotas de Bolívar, durante la Campaña Admirable, dentro de cuyas filas dio muestras de valor temerario que lo hicieron protagonista de increíbles hazañas y que al final, lo condujeron a una muerte gloriosa.
Canelón no fue el comandante de esa acción ni los hechos se produjeron como últimamente se han inventado sin ningún tipo de investigación. Siempre, desde hace muchos años se le rindió homenaje a la acción y a su principal mártir y hasta se levantó un monolito en su honor ante el cual apenas se ofrendaba una corona de flores naturales, pero nunca fue considerada como una acción autónoma ni diferente a la batalla del 12 sino como parte de las persecuciones ordenadas por el general Ribas al finalizar la batalla. Sin embargo, desde que tuvimos el honor de presidir la extinta “Junta 12 de Febrero”, en 1984, decidimos darle relevancia al suceso, principalmente para hacerle justicia y estimular la moral de los habitantes de la parte sur de la ciudad, quienes siempre se quejaron, especialmente por la voz de nuestra amiga Kalinina Ortega, de que del centro de la ciudad sólo le mandaban “las tripas” y los muertos, aludiendo al hecho de que en esa región se encontraban enclavados el matadero y el cementerio de la ciudad. Ese año de 1984, por primera vez, se celebró en grande la fecha y en lugar de la simple corona, se hizo una sesión del ayuntamiento durante la cual tuve el honor de pronunciar el discurso de orden. El día anterior en el acto central de la Plaza Ribas había llevado la palabra el Ilustre historiador doctor Luís Acosta Rodríguez Presidente de la Asociación Nacional de Cronistas de Venezuela. Antes no se había celebrado jamás aunque se había levantado en memoria del mártir caído en ese lugar, un monolito que está hoy en proceso de restauración por parte de la Universidad Militar Bolivariana. Desde entonces todos los años se celebra como si se tratara de una acción diferente, pero es tal la cantidad de disparates que se han inventado, que me veo en la necesidad de echar el cuento que eché el 13 de febrero de 1984, hace ya 33 años. Lo primero es decir que después de un largo y penoso día de lucha, la llegada del refuerzo comandado por el español Vicente Campoelías, produjo un doble efecto en la motivación de los combatientes. Por una parte levantó la moral de las fuerzas del general Ribas quienes a pesar de las desventajas numéricas, de experiencia y de armamento, no habían permitido que el enemigo tomara la ciudad; y por otra parte, desmotivó a los soldados realistas que no pudiendo tomar la ciudad en más de ocho horas de combate, ahora veían a los sitiados, reforzados por un nuevo contingente. Este hecho produjo la inmediata retirada de los realistas comandados por el propio Boves y la orden de perseguirlos y exterminarlos impartida por el general Ribas, la cual debe haberse cumplido implacablemente porque él dice: “No hemos hecho prisioneros porque nuestra tropa no ha dado cuartel”. Inmediatamente (ya cayendo la noche) el general llamó a los combatientes para que “vinieran a desayunarse”, para que los caballos “tomaran algún pienso” y para que se iniciara la persecución. Grupos salieron por el Camino de El Consejo, otros por el camino de Aragua Arriba donde habían quedado aislados muchos enemigos, hacia el camino de Zuata que es donde ocurre el acontecimiento que hoy comentamos y “por las montañas que caen al Pao”. En todas partes se persigue y se pelea, pero como consecuencias complementarias de la misma batalla y no como batallas diferentes. Por su parte el general comienza a escribir el Parte Oficial que comienza diciendo “A las siete de esta mañana me dio parte la descubierta…” lo que indica que comenzó a escribirlo el mismo 12; y lo termina firmando en fecha 13, lo que indica que lo terminó de redactar después de la medianoche, tal vez en la madrugada, pero antes de que se produjera la acción de El Pantanero, porque al igual como menciona las dolorosas muertes de Rivas Dávila, Ron, Picón y otros, y a muchos de los heridos, hubiera registrado con igual dolor, la muerte de Rudecindo Canelón quien era uno de sus principales oficiales. Por cierto, la última frase que escribe Ribas en su informe dice: “Boves en persona mandaba la acción a quien se le han quitado todos sus libros de órdenes”. Se refería indudablemente a la acción del 12 y no a la del 13 que todavía no se había producido. Este parte debió salir en la misma medianoche o en la madrugada hacia Valencia porque El Libertador, en la Proclama fechada el 13, bautiza al general Ribas como “Vencedor de los Tiranos en La Victoria”, llora la muerte de Rivas Dávila, Ron y Picón, pero no menciona a Canelón, porque su muerte no se había producido cuando Ribas firmó el Parte Oficial. Ahora bien, desde 1984 hasta ayer es tal la cantidad de inexactitudes que he leído en la prensa (no los he oído personalmente porque nunca he sido invitado), que me creo obligado a explicar lo siguiente: 1) Ribas envió tropas por todos los puntos a recoger heridos, muertos, armas y caballos y, a exterminar a los enemigos fugitivos. Para el camino de Zuata envía un cuerpo de infantería al mando del Comandante Vicente Campoelías y otro de caballería al mando del Teniente Coronel José Jugo. Estos cuerpos hicieron huir a quienes se habían apostado en El Pantanero y durante la acción sufrimos cuatro muertos y quince heridos, siendo de los primeros, el Capitán de Cazadores Rudecindo Canelón, nativo de El Tocuyo.  Todas las persecuciones produjeron pérdidas al enemigo, pero solamente se recuerda especialmente la de Pantanero porque perdió la vida uno de los héroes más representativos del valor y la osadía de nuestros soldados. Pero no fueron batallas aisladas ni diferentes sino partes del mismo drama, de la misma batalla del sábado 12 de febrero. Igualmente pasó en 1812; Miranda derrotó el 20 de junio a Monteverde quién se retiró y reatacó el 29 (9 días después) reforzado por tropas llaneras que llegaron al mando de Antoñanzas y tropas de refuerzo que llegaron de Puerto Rico, pero a pesar de los 9 días de diferencia la historia la registra como una sola batalla (la Primera Batalla de La Victoria “La más sangrienta de la época”) pero no se habla de ambas como separadas sino como una sola. Igualmente pasa con Pantanero, fue el coletazo de la misma batalla. No podemos dividir la acción en pedacitos y hablar en la batalla de Guacamaya donde hubo muertos, de la de El Pao, de la de El Consejo  y la de Aragua Arriba. El nombre de “La Batalla de Pantanero” lo inventé yo en 1984 para destacarla y así honrar por separado el nombre del mártir y enaltecer el orgullo patriótico de los habitantes del sur del pueblo. Si examinamos los programas de las anteriores “Juntas 12 de febrero” veremos que antes de 1984 no aparece la Batalla de Pantanero sino a partir de esa fecha. Creo que es de justicia enaltecer el valor del enfrentamiento, pero no hasta el disparate de afirmar que comenzó una ahora antes de lo que afirma Ribas en su Parte Oficial y mucho menos el día anterior, ni es cierto decir que las fuerzas patriotas las comandó Canelón porque esa responsabilidad la ejercieron Campoelías y Jugo, ni es cierto que quien vino a La Victoria fue Morales y a Pantanero Boves, ni que la acción de Pantanero fue más importante que la de La Victoria. Pantanero y Canelón tienen sobrado heroísmo y méritos y no necesitan que se los aumenten con mentiras. Estos disparates se han dicho por desconocimiento del tema y por no haber leído el Parte de Ribas, ni el del Secretario de Guerra general Tomás Montilla (del Pao de Zárate, hermano de Mariano), ni el informe del Secretario Interino Antonio Muñoz Tébar, ni lo publicado en las páginas de la Gaceta de Caracas, ni lo escrito por El Libertador. La intención es buena porque es estimular a una comunidad trabajadora y patriota, pero mejor que estarle diciendo mentiras sería prestarle atención a la proposición que he hecho desde hace varios años y he reiterado en comunicaciones que jamás me han respondido, donde propongo que le cambien ese nombre tan feo de “El Cementerio” y lo bauticen como “Urbanización Rudecindo Canelón” en honor a su héroe. Cuando el 13, el Libertador dicta su Proclama donde bautiza a Ribas como el Vencedor de los Tiranos y cuando le concede el grado de Capitán de Infantería a su primo José Félix ribas Palacios de apenas dos años (al siguiente día cumplió tres)  aún no conoce que en la persecución del 13 mataron a Canelón; es el 16 cuando asciende a Campoelías al grado de Coronel y le concede a José Jugo la Venera de la Orden de los Libertadores. Los primeros que escribieron sobre la batalla fueron los realistas y de los embustes que dijeron se copiaron los demás y se siguen copiando hoy en día, por flojera de investigar. Su nombre completo era JOSE RUDECINDO CANELÓN ESCALONA; nació en El Tocuyo el 2 de marzo de 1788, hijo de don Gerónimo Canelón y de su esposa doña Rosa Escalona de Canelón. El día que lo mataron le faltaban dos semanas para cumplir 26 años. Era un muchacho y ya era oficial distinguido. Altivo, arriesgado hasta la temeridad, creyente en la independencia y en la libertad, se incorporó al ejército de Bolívar y participó en importantes batallas, tantas, que en su Discurso de la iglesia der San Francisco en Caracas, el Libertador lo menciona al referirse a la Batalla de Araure cuando dice: “El Mayor Manrique dejando su soldados tendidos en el campo, se abrió paso por en medio de las filas enemigas con solo sus oficiales Planas, Monagas Canelón, Luque, Fernández, Buroz y pocos más cuyos nombres no tengo presentes y cuyo ímpetu y arrojo publican Niquitao, Barquisimeto, Bárbula, Las Trincheras y Araure” Era de aquellos recios veteranos que hicieron proezas inauditas en Tierritas Blancas, Araure, Virgirima y la Victoria.

 Hecho prisionero, se le encarceló en la cárcel de Coro y de allí fue enviado al Penal El Morro (Puerto Rico) de donde logró escapar en 1812 y llegar a la Nueva Granada buscando el ejército de Bolívar para unirse a la Campaña Admirable. Llega a La Victoria primero que El Libertador pero sigue para Caracas. Allá se sumó al ejército del general Ribas en cuyas filas asiste al encuentro con la Gloria en La Victoria. Después de la batalla, se suma al grupo que se comisiona para perseguir a Boves quien huye por el camino que lleva a Zuata, Cuesta de las Mulas, La Villa de San Luís y los llanos. Lo alcanzan en El Pantanero y en el cruce de fuego caen cuatro muertos y quince heridos. Uno de los primeros es Canelón. Propongo nuevamente al pueblo victoriano y especialmente al de la Otra Banda, que así como se hizo con el general Ribas y con muchos otros héroes cuyos huesos se fueron sembrando en los campos de batalla, con tierra tocuyana, victoriana y especialmente de El Pantanero, se trasladen los Restos Símbólicos del Capitán JOSÉ RUDECINDO CANELÓN ESCALONA, al sitio que le corresponde al lado de su Jefe, en el más alto Altar de la Patria, El Panteón Nacional; y que se le cambie el nombre al Barrio El Cementerio y que pase a llamarse desde ahora, URBANIZACIÓN RUDECINDO CANELÓN.